SAN EUGENIO: PEREGRINO DE LA ESPERANZA, CON MARÍA COMO MADRE
(Séptima “señal del camino” de Eugenio para el peregrino)
María siempre acompañó a San Eugenio a lo largo de su vida y la amaba como madre. Al recordar su vida, escribió en su testamento:
“Para este fin invoco la intercesión de la Santísima e Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, atreviéndome a recordarle, con toda humildad aunque con consuelo, de la devoción filial que he tenido por ella a través de toda mi vida y del deseo que siempre he tenido de darla a conocer y de que sea amada, extendiendo su devoción por doquier a través del ministerio de quienes la Iglesia me ha dado como hijos y que han compartido mi deseo”…
Testamento de Eugenio de Mazenod, Agosto 1°, 1854 E.O. XV núm. 191
REFLEXIÓN
El Papa Francisco dirigió estas palabras a la Familia Mazenodiana en el reciente Capítulo General:
“María, la peregrina, María la viajera, María quien se levantó con prisa para ir a servir después de decir “sí” al Señor a través del arcángel Gabriel, saliendo apresuradamente para ir a ver a su prima Isabel, compartir el don y ponerse a su servicio. Que así también María sea un ejemplo para ustedes, para su vida y para su misión”.
ORACIÓN ESCRITA POR NUESTRO SUPERIOR GENERAL, P. CHICHO ROIS
(Esto aplica a todo miembro de la extensa Familia Mazenodiana Oblata)
Ven con nosotros a caminar María, peregrina de esperanza en comunión. Danos tu mano y tu sonrisa.
Enséñanos a mirar con el corazón, para descubrir el paso misericordioso de Dios. Enséñanos a mirar a aquellos a los que nadie mira y descubrir que son los escogidos por Jesús como signos de su presencia: los pequeños y pobres, los humildes y vulnerables. Haz que seamos dignos de caminar con ellos todos los días.
Cuida, Madre, nuestra casa común y nuestra casa oblata. Ayúdanos a descubrir lo que tenemos que hacer para que el planeta y nuestras comunidades sean un hogar donde pueda nacer Jesús. Que nuestra comunión sea semilla y fermento de fraternidad universal para el mundo.
Al pie de la cruz y de los crucificados, enséñanos, María, a mirar el mundo con los ojos del Salvador crucificado. Que, al contemplarte a ti, Maria, nos comprometamos a colaborar con Aquel que traerá́ la victoria definitiva de Dios sobre el mal.
Somos tus oblatos: regálanos tu sonrisa, como lo has hecho desde nuestros comienzos. Intercede por nosotros, junto con san Eugenio y todos los santos oblatos que nos han precedido, y haznos emprender caminos audaces para convertirnos en auténticos peregrinos de esperanza en comunión, que viven y anuncian el Evangelio. Amén.
***
Petición de la Novena para este día:
Que recibamos a través de la intercesión de María y San Eugenio
las gracias especiales que pedimos como Peregrinos de la Esperanza.
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