SAN EUGENIO: PEREGRINO DE LA ESPERANZA COMO PROCLAMADOR DE LAS BUENAS NUEVAS DE SALVACIÓN

(Tercera “señal del camino” de Eugenio para el peregrino)

Cuando Eugenio escribió en su Regla, fue el Salvador quien debía hablar a través de su cooperador:

“El misionero, para que su predicación no sea en vano, rezará y pedirá a los demás rezar al Divino Maestro de los corazones, dignarse acompañar las palabras de su ministro con esa poderosa gracia que mueve y convierte a las almas, sin la que todas las palabras solo son un metal ruidoso, un timbal que tintinea”.

Regla de 1826, 1a Parte, Capítulo 3,  §1, Art. 24.

No hay duda de que con su estilo de predicación, Eugenio atraía a las masas. Marius Suzanne, quien fuera novicio en 1820 durante la misión en Aix, describió la técnica de Eugenio con la que comunicaba al Salvador, y la reacción de quienes le escuchaban:

“El martes siguiente asistí al sermón matutino en la Iglesia Metropolitana del Santo Salvador y me sorprendió la enorme multitud de personas de todas las edades, tanto hombres como mujeres que se reunieron a partir de las cuatro treinta, y más aun por el discurso que nos dio el Padre de Mazenod.

No puedes imaginar mi querido amigo, la suave y fluida elocuencia de este hombre de Dios. No busca impresionar, hacer que los pecadores tiemblen y  se aterroricen.  Sin esfuerzo llega al alma y ahí hace surgir los más tiernos sentimientos. Algo puro y suave que fluye de su corazón te llena y refresca con el rocío celestial del que habla el Profeta.  Lo olvidas por completo.

Explicaba en provenzal las primeras palabras de la Oración del Señor y las desarrolló con tal facilidad y se expresó con sentimientos tan naturales y conmovedores, que atrajo nuestras lágrimas. Sin duda fluyeron en todos los ojos, suave y calladamente.

Muchos pecadores fueron convertidos. Tres cortesanas [ed: prostitutas que atraen clientes adinerados], entre otros, se confesaron esa misma tarde”.

SUZANNE M., Quelques lettres sur la mission d’Aix, Chez Pontier, Imprimeur-libraire, Aix, 1820, pp. 6-7.

PALABRA DE DIOS

“En una palabra, todo el que invoque el nombre del Señor se salvará. Ahora bien ¿cómo van a invocar a aquél en quien no creen? ¿Y cómo van a creer en él, si no les ha sido anunciado? ¿Y cómo va a ser anunciado, si nadie es enviado?

Por eso dice la Escritura: ¡Qué hermosos son los pies de los que anuncian las buenas noticias!”.

Romanos 10:13-15

ORACIÓN

Dios, Padre nuestro,
que por la gracia del Espíritu Santo
hiciste un llamado a San Eugenio de Mazenod
para congregar una familia misionera
y anunciar el Evangelio,
en especial a los pobres y más abandonados.

Que su celo nos llene para anunciar
y ser testigos del Evangelio de Jesucristo, nuestro Salvador
y recibir a través de su intercesión
las gracias especiales que pedimos como Peregrinos de la Esperanza.

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