Jueves de la cuarta semana de Adviento
En aquel tiempo, dijo María: “Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador… porque ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede. Santo es su nombre, y su misericordia llega de generación en generación a los que lo temen.
Lc 1:46 – 50
Qué consolador es verle resucitar triunfador de la muerte y del infierno, y cuanto agradecimiento debe llenar nuestros corazones al pensar que ese buen Maestro ha querido hacernos partícipes de su resurrección destruyendo en nosotros el pecado y dándonos nueva vida.
San Eugenio a su madre, 4 abril 1809, EO XIV n 50