LA PRUEBA DE LA DIVINIDAD DE SU MISIÓN

Miércoles de la tercera semana de Adviento

Después contestó a los enviados: “Vayan a contarle a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia el Evangelio. Dichoso el que no se escandalice de mí”.

Lc 7: 22-23

Sin embargo, se tiene que enseñar el Evangelio a todos los hombres, y se les debe enseñar de manera que se comprenda.

Los pobres, porción preciosa de la familia cristiana, no pueden quedar abandonados en su ignorancia.

Nuestro divino Salvador les daba tanta importancia que se encargaba personalmente de instruirlos y dio como prueba de la divinidad de su misión el hecho de que los pobres eran evangelizados, pauperes evangelizantur.

Instrucciones familiares en provenzal, dadas en 1813 en la Magdalena,

Esta entrada fue publicada en Uncategorized. Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *