Están siempre dispuestos a responder a las necesidades más urgentes de la Iglesia mediante varias formas de testimonios y ministerios, pero sobre todo por la proclamación de la Palabra de Dios, que encuentra su culminación en la celebración de los sacramentos y en el servicio al prójimo..
CC&RR, Constitución 7
Nuestra relación con la Palabra de Dios nos invita a una transformación personal que mire hacia afuera. Esta Constitución refleja la preocupación de Eugenio de que al trabajar por la salvación de los demás, trabajemos en la salvación propia. Para Eugenio, la conversión no es básicamente sobre mí, en “salvar mi alma”, sino de entrar en el plan de salvación de Dios para todos – enfocarnos en la salvación de los demás como medio para recibir yo mismo el don. Nuestra primera declaración de visión el 25 de enero de 1816– que se repetirá constantemente a lo largo de la vida de Eugenio, lo hace evidente.
Los sacerdotes infrascritos,
-vivamente impresionados por la deplorable situación de los pueblos y aldeas de Provenza que han perdido casi totalmente la fe…
– Deseando, al mismo tiempo, responder a la vocación que los llama a consagrarse a ese penoso ministerio;
– Y queriendo hacerlo de un modo tan útil para ellos como ventajoso para los pueblos que desean evangelizar;
Solicitud a los Vicarios Capitulares de Aix, Enero 25, 1816, EO XIII n. 2
Actualmente, la Constitución 7 de nuestra Regla de vida expresa el mismo sentimiento. Nuestra proclamación de la Palabra de Dios mira hacia el exterior y requiere ser expresada al celebrar los sacramentos como encuentros con Dios y mutuos – y expresarlo en el servicio a los demás.
El Padre Jette escribe: “Para ser efectiva, la proclamación de las Buenas Nuevas es luchar por un doble objetivo: por un lado, formar fervientes cristianos que comprendan la importancia de los sacramentos y tengan la intención de celebrarlos para vivir en ellos; y por otro lado, cristianos preocupados por sus hermanos y hermanas, que estén abiertos y dispuestos a servirlos en sus necesidades.” (F. Jette, The Apostolic Man, pág. 80)
“La tarea de la evangelización presupone en el evangelizador un amor siempre creciente por aquellos a quienes evangeliza.” Papa Pablo VI
