En las semanas recientes hemos explorado las primeras cuatro constituciones de la Regla de Vida Oblata – estos artículos nos FORMAN – nos hacen lo que somos. Veamos un resumen de lo que nos enseñan.
El punto de partida de la espiritualidad Mazenodiana es el discernimiento de un LLAMADO:
El llamamiento de Jesucristo, que se deja oír en la Iglesia a través de las necesidades de salvación de los hombres, congrega a los Misioneros Oblatos de María Inmaculada y los invita a seguirle y a tomar parte en su misión por la palabra y por la acción. (Constitución 1)
Se trata de un llamado que proviene de tomar conciencia de la NECESIDAD DE SALVACIÓN DE LAS PERSONAS.
Es un llamado a seguir a Jesús para COMPARTIR SU MISIÓN de salvación. Esta es la única razón para ser Oblato y miembro de la Familia Mazenodiana.
«Escogidos para anunciar el Evangelio de Dios» (Rom 1, 1), los Oblatos lo dejan todo para seguir a Jesucristo. (Constitución 2)
El modelo de nuestra vida se convierte en LA COMUNIDAD DE LOS APÓSTOLES CON JESÚS.
La comunidad de los Apóstoles con Jesús es el modelo de su vida. El reunió en torno suyo a los Doce para que fueran sus compañeros y sus enviados (cf. Mc 3, 14).(Constitución 3)
Esta es la espiritualidad Mazenodiana que somos llamados a vivir: compañeros y mensajeros de Jesús el Salvador. Como compañeros, Jesús formó a los apóstoles y continúa formándonos a diario, como sus compañeros actuales. Cada paso en nuestras relaciones nos capacita para ver al mundo a través de Su mirada – los ojos del Salvador Crucificado y Resucitado (Constitución 4). Es formarnos para ser trabajadores en la salvación. Como mensajeros, compartimos nuestra experiencia “a través de la palabra y el trabajo” y co-operar con el Salvador.
Todo es acerca de la salvación: la nuestra y la de quienes más la necesitan.
“No creas tu misión en la vida – la percibes”. Viktor E. Frankl
