Equilibrio y complementariedad resumen la siguiente sección de nuestra primera Regla:
Petición de Autorización Dirigida a los Señores Vicarios Generales de Aix, Equilibrio: Eugenio quería un estilo de vida equilibrado, conformado de distintos momentos de ser alimentados mediante la oración, el estudio y una vida comunitaria tranquila, para poder ser misioneros con más energía, espiritualidad y conocimiento. Desafortunadamente, el celo de los misioneros hizo caer este cuadro idílico, ya que no podían seguir respondiendo con generosidad a cada necesidad urgente que les conmovía en lo más hondo. Su salud se resintió, y algunos fallecieron en torno a sus veinte años. El mismo Eugenio se entregó hasta la extenuación por los más abandonados, y en no pocas ocasiones tuvo que ser obligado por Henri Tempier a descansar y recuperarse. El ideal de este equilibrio era sabio, y cuando Eugenio se hizo mayor y más sabio, le encontramos urgiendo a sus Oblatos a vivirlo. Él mismo como obispo tenía un exigente programa diario como Pastor de la segunda ciudad más grande de Francia y como Superior General de una congregación misionera en expansión – aun así, fue fiel a sus tiempos diarios de oración prolongada, de estudio de la Escritura y de la teología, además de recibir a la gente en su despacho y momentos de descanso. Complementariedad: mientras un grupo salía a predicar, quienes permanecían en la comunidad, les sostenían con su trabajo y oración. Los misioneros que predicaban sabían que su ministerio era animado y fortalecido por las oraciones de sus hermanos. Hoy esta complementariedad es expresada poderosamente en la vida misionera de la Familia Mazenodiana. El apoyo fraternal mutuo como Oblatos – en particular a quienes realizan su ministerio en situaciones peligrosas, que sufren o se encuentran enfermos. Los asociados laicos que comparten sus habilidades, talentos y conocimientos en la misión. Los socios que participan en la misión a través de su indispensable apoyo espiritual y material. “Un sistema se encuentra en equilibrio, cuando las fuerzas que lo constituyen se arreglan de tal forma que se complementan mutualmente, como los pesos en cada lado de una balanza.” R. Arnheim
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