NUESTRO BICENTENARIO:  ¿CÓMO PUEDO PREPARARME PARA CELEBRAR LOS 200 AÑOS DE LA FUNDACIÓN Y VIDA MISIONERA DE LOS OBLATOS?

DIOS PREPARA EL INSTRUMENTO

Al acercarnos a la celebración de nuestros 200 años de vida, les invitaré a un paso diario de reflexión  hacia ella. No se trata solo de una narración de sucesos históricos que deseemos recordar, sino la historia de cómo Dios preparó a Eugenio de Mazenod, quien fue Su instrumento para la creación de los  Misioneros Oblatos de María Inmaculada.

Es entonces que estaremos reflexionando en la historia de Dios – pero no como espectadores sin participación. La aventura que Dios inició a través de la vida de Eugenio sigue llegando a nosotros y nos hace participar como miembros de la Familia Mazenodiana: los Misioneros Oblatos, los Asociados Laicos, la AMMI, los Socios en Misión, los empleados de los Oblatos, los amigos de los Oblatos…

Dios sigue deseando hacer en y a través de nosotros lo que hizo en y a través de Eugenio. Esta es la respuesta que encuentro a la pregunta ¿Cómo puedo prepararme para celebrar los 200 años de la Fundación y Vida  Misionera de los Oblatos? Sencillamente, permitiendo que Dios nos moldee y seamos Sus instrumentos en continuación de la labor de salvación iniciada a través de Eugenio.

En septiembre tendrá lugar una importante reunión de representantes de los Misioneros Oblatos en Roma, llamada Capítulo General y en preparación para ello, tenemos una oración. Al acercarnos a la celebración de nuestros 200 años de vida, he adaptado esta oración que nos da el espíritu, para quienes no son religiosos Oblatos.

Dios, nuestro Padre,
te damos gracias por el don del carisma
que nos has concedido a través de San Eugenio de Mazenod.

Nos has llamado a una vida misionera,
para anunciar el Evangelio a los más abandonados:
“Me envió a evangelizar a los pobres.
Los pobres son evangelizados.”

En este período de celebración del bicentenario de nuestra fundación,
queremos pedirte la gracia de reencontrar en Jesucristo
el centro de nuestra vida y de nuestra misión.

Escuchamos el llamado a una conversión profunda,
personal y comunitaria.

Ayúdanos a ser
sal de la tierra
y luz del mundo,
de forma tal que anunciemos al mundo de hoy los valores de tu Reino,
mediante la palabra y las acciones.

Te pedimos Señor,
que nos envíes tu Espíritu para ayudarnos a ser tus misioneros,
ardiendo en tu amor,
sin escatimar ningún esfuerzo para extender tu Reino,
y totalmente comprometidos en pro del bien de los pobres de hoy.

Te lo pedimos por intercesión de nuestra Madre María Inmaculada,
y San Eugenio de Mazenod.
Amén.

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