La descripción que hace Eugenio del funeral de un miembro de la Congregación de la Juventud de trece años de edad muestra cómo eran los jóvenes que la formaban, quienes tomaban la responsabilidad para el funeral y para rezar de un modo serio por el difunto los días posteriores al mismo.
Dios ha llamado a sí a Víctor José Antonio Chabot ayer a las 6 de la tarde. Todos los congregantes fueron informados en seguida para que se apresuraran a ofrecer sufragios por él; al mismo tiempo todos han sido invitados a asistir al funeral que debía celebrarse hoy. Nos reunimos en la iglesia de la Magdalena. El Sr. Director se unió al Párroco y a los Vicarios de la parroquia, e hizo el Oficio. Todos juntos nos trasladamos a la casa del difunto. Los 13 cirios que se colocan en torno al cuerpo se entregaron a los dignitarios que se situaron en el cortejo durante la marcha, inmediatamente después del oficiante junto al cuerpo que así iba rodeado por ellos y seguido por todos los otros miembros, probacioneros y postulantes de la Congregación. Una vez depositado en el cementerio el despojo mortal del difunto, se pasó el hisopo a cada congregante y antes que, al cubrir de tierra ese cuerpo que por su juventud parecería que podía prometerse una vida más larga, se le hiciera desaparecer de la superficie de la tierra, el Sr. Director dijo unas palabras inspiradas por la ocasión.
Por fin, todos los congregantes arrodillados rezaron el De profundis y al punto se trasladaron a la capilla de la Congregación para rezar las Vísperas de difuntos. Se fijó para el primer jueves libre la Misa de Réquiem y el Oficio que debe rezarse en la Congregación; será el 13 de este mes. Entre tanto, según el reglamento, cada congregante hará una comunión por el descanso del alma del difunto y aplicará con esa intención todas las indulgencias que pueda ganar durante los nueve días que siguen al de la muerte
Diario de la Congregación de la Juventud, el 1 de abril 1815, E.O. XVI