Cada tarde, las comunidades Oblatas organizaban la oración vespertina en sus iglesias para la gente del lugar. Eugenio les recuerda que el objetivo del ejercicio no era dar un sermón, sino dar a la gente reflexiones que les ayudara a llegar a una oración meditativa. En ocasiones los predicadores se dejaban llevar por sus palabras y perdían de vista el objetivo: dar la posibilidad a la gente de experimentar la presencia de Dios y disfrutarla en meditación.
… No pierdan de vista que en ese ejercicio no se trata de predicar, sino de proporcionar materia para la meditación [de los fieles].… Siempre he protestado en contra de los gritos que se daban en Marsella
Carta a Jean Baptiste Honorat, Agosto 26, 1826, EO VI núm. 252
“Al elevar nuestros ojos a Dios en la meditación, toda tu alma se llena de Él. Comienza todas tus oraciones en la presencia de Dios.” San Francisco de Sales