DIOS SABE CON QUÉ CONSUELO BAUTICÉ A ESA NIÑA, JUZGUE CUÁL HA DEBIDO SER MI DOLOR AL ENTERRARLA

Al escribir a Henri Tempier acerca de la muerte y funeral de su sobrina, Caroline de Boisgelin, Eugenio le confía sus sentimientos:

Dios sabe con qué consuelo bauticé a esa niña, juzgue cuál ha debido ser mi dolor al enterrarla. Eso es sin embargo lo que el Señor me ha dado el valor de hacer ayer. Mi tío ha querido acompañarla también hasta el lugar de la sepultura; el obispo de Nancy, Mons. Forbin Janson, le ha llevado en su coche. Yo estaba en el coche del duelo que precedía al coche mortuorio en el que iban depositados los restos de esa querida inocente y pura criatura. Al Calvario del Monte Valeriano he ido a depositarla a la sombra de la cruz, en un cementerio verdaderamente cristiano que puede llamarse juntamente el Campo Santo, porque está habitado solamente por unos cristianos muertos en la paz del Señor. No se puede llorar bastante cuando se pierde el objeto de tantas esperanzas, una niña favorecida por la gracia extraordinariamente. Dios lo ha querido así, está todo dicho.

Carta a Henri Tempier, Junio 28, 1825, EO VI núm. 189

 

“La vida de los difuntos se guarda en la memoria de los vivos.” Marco Tulio Cícero

Esta entrada ha sido publicada en cartas y etiquetada como . Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *