SIEMPRE TE HE CONSIDERADO COMO MI QUERIDO HIJO, DESDE QUE EL SEÑOR TE CONFIÓ A MI CUIDADO, DESDE QUE TE ENGENDRÉ EN JESUCRISTO

En nuestra exploración de los escritos de Eugenio de 1821 hemos visto su preocupación por mantener el espíritu de los Misioneros, y su alegría al ver cómo esto, en efecto, se estaba dando. Todos los miembros de la Sociedad eran diferentes, cada uno con sus propios retos y dificultades. Como “padre” religioso del grupo, Eugenio tenía que relacionar y sacar lo mejor de cada uno por su propio bien y por el bien de la comunidad y de su misión.

Uno de estos hombres era Hilarion Bourrelier, de 31 años de edad. Era una persona compleja que, aparentemente, no tenía mucho talento intelectual y sobre el que tuvieron muchas dudas acerca de su valor y su habilidad. Pocos meses después de su ordenación sacerdotal entró en una crisis seria y habló con Eugenio sobre ello. La respuesta de Eugenio fue realista pero impregnada del amor paternal que sentía por este joven que había sido miembro de su Congregación de la Juventud, estuvo en el primer grupo de novicios en 1816, formó parte de la primera comunidad de Laus y fue ordenado en Abril de 1821.

Todo cuanto acabo de deciros tiene su origen en el amor que le tengo a Vd., sabéis que os considero siempre como un hijo querido, desde que el Señor os confió a mis cuidados, desde que os engendré en Jesucristo.

Hilarion era de Grans y había participado en la primera misión predicada por los Misioneros de Provenza pocos días después de su fundación. De este modo había conectado con la vida de los Misioneros desde el principio.

Sois las primicias de mi ministerio; es verosímil que habéis sido el primero que se ha convertido en virtud de las palabras de vida que Dios puso en mi boca, el primer día de mi primera misión. Juzgad si me interesa veros tener éxito, pero juzgad también mi dolor, viéndoos desviaros del sendero recto después de tantas gracias, tantos favores de parte de Dios, tantos cuidados, tanto afecto por mi parte. Pero no ocurrirá si no es en un momento de error. Con esa confianza os abrazo de todo corazón.

Carta a Hilarion Bourrelier, 27 Agosto 1821, EO VI n 71

Cuando uno no es feliz duda sobre todo; cuando es feliz, no tiene dudas de nada.”   Joseph Roux

Esta entrada ha sido publicada en cartas y etiquetada como , . Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *