Eugenio quería compartir lo que a él le funcionaba, de tal modo que también les sirviera a los demás y guiarlos hacia la misma calidad de SER.
La Regla continuaba así con la invitación de Eugenio a sus Misioneros a compartir en el mismo ejercicio de formación permanente que tanto le sirvió a él – vivir en la conciencia de estar en la presencia de Dios.
La vida entera de los miembros de la Sociedad debe ser un continuo recogimiento.
Para llegar a ello, se empeñarán, primeramente, en el ejercicio de la presencia de Dios, ejercitándose frecuentemente en hacer cortas pero fervorosas oraciones jaculatorias.
Regla de 1818, Parte Dos, Capítulo Uno. § 5 De la oración y los ejercicios de piedad
También hemos tratado este tema en las entradas del 26 de Marzo, 2011; 24-27 de Enero, 2011; y 24-28 de Febrero, 2012
“Simplemente permanecer callado en la presencia de Dios, escuchándole, prestándole atención, requiere mucho valor y mucho conocimiento”. Thomas Merton