En el proceso de discernimiento, Eugenio presentó a todos los Misioneros el establecimiento de una segunda comunidad y sus implicaciones. En sus Memoires recuerda:
Sentí que debía llamar a un consejo extraordinario a todos aquéllos que formaban mi pequeña banda, incluso a los jóvenes miembros que no contaban aún con las órdenes mayores. Deseaba convencerlos de que de responder el llamado de otra diócesis a establecer una nueva fundación,
Habríamos de ampliar las Reglas que nos regían,
Redactaríamos Constituciones más extensas,
Fortaleceríamos nuestros lazos
Así como que habríamos de establecer un sistema jerárquico;
en otras palabras, coordinaríamos todo de tal forma que tuviéramos una misma forma de pensar y actuar.
Todos sentían lo mismo y me urgieron a dedicar mi tiempo en forma seria e inmediata a la tarea de redactar las Constituciones y Reglas que deberíamos adoptar.
Obispo de Mazenod, “Memoires.” Cita de Rambert, I, pág. 282
En este punto, toda la atención se enfocaba en llevar el ministerio al Santuario Mariano de Notre Dame du Laus. Como veremos más adelante, la cuestión de llevar una vida religiosa se convertiría en un “tema delicado” para algunos de los Misioneros que eran sacerdotes diocesanos.
Leflon continúa la historia:
La reunión del Consejo, superando todas sus esperanzas, aprobó el plan unánimemente, aunque esto fue resultado de la ambigüedad. Todos aprobaron las propuestas, aunque nadie discernió sus implicaciones reales. En relación a la necesidad de modificar las Reglas para poder satisfacer las nuevas condiciones y garantizar la unidad entre la casa principal y la de nueva fundación, las propuestas fueron muy explícitas, pero en cuanto al tema central, sobre el que se dividiría la opinión, fueron implícitas únicamente. El Fundador utilizó las palabras “fortalecer nuestros lazos” pero no aclaró su significado, no mencionó los votos .
Leflon II, pág. 172.
Este principio de unidad de pensamiento y acción era de tal importancia para Eugenio, que escribió en la página inicial de las Reglas de los Misioneros de 1818 – y habría de repetirse en todas sus versiones posteriores:
El ejemplo de los santos y la razón misma hacen evidente que es necesario, para mantener el buen orden de una Sociedad, establecer ciertas reglas de vida que unan a todos sus miembros en una práctica y espíritu común; es esto lo que da al cuerpo su fortaleza, mantiene su fervor y asegura su permanencia.
Avant propos, Règle de 1818