¡QUÉ VENGÜENZA TENER EN LAS MANOS UN CÓDIGO TAN PERFECTO Y NO COMPRENDER SU SIGNIFICADO!

La lectura meditada de nuestras Reglas que acabo de hacer en este retiro ha llenado mi alma de admiración y, al mismo tiempo, ha hecho surgir varios pensamientos dolorosos que no puedo menos que consignar aquí.
¡Qué vergüenza tener en las manos un código tan perfecto y no comprender su significado!

Cuando Eugenio y los primeros Misioneros habían escrito la Regla en 1818, había deseado capturar por escrito la experiencia que vivían como respuesta al llamado de su carisma proveniente de Dios.

Cada vez que releía la Regla, llegaba algo de la experiencia original de Dios y, por lo tanto, su asombro ante el poder de la Regla de llevarle ante la presencia de Dios.

Después se presentaba una nota de realismo, pues para algunos dicha Regla de Vida era un libro sellado que no era utilizado como se debía.

¡¿No habrá entre nosotros alguien para quien ese código sea un libro sellado? Quiero creer que ya no los hay; pero basta que los haya habido, para que mi reflexión siga en pie y deba ser tomada en cuenta.

Notas de Retiro, Octubre 1831, EO XV núm. 163

¿Una fuente de vida o un libro sellado – nuestra expresión del Evangelio? Y el Evangelio mismo para mí – ¿una fuente de vida o un libro sellado?

Esta entrada fue publicada en Uncategorized. Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *