CERCANOS A LA GENTE, SIN IMPORTAR SU NACIONALIDAD EN LA GUERRA (C8)
“Siempre cerca de la gente con la que trabajan, los Oblatos prestarán constantementeatención a las aspiraciones de la misma y a los valores que posee…”, (Constitución 8)
En medio de la guerra con Austria en la que Francia había ganado, el Obispo Eugenio atendía a los heridos en ambos lados del conflicto. Escribió, con palabras conmovedoras:
“Oficié pontificalmente. Al final de la Misa Solemne, como se había solicitado, cantamos tristemente el Te Deum. ¿Cómo es posible regocijarse por una pila de cadáveres, por tanta sangre vertida por tan terrible causa?
Así, después del Te Deum, añadí oraciones por la paz y recité en voz alta el Fidelium animae per misericordiam Dei requiescant in pace. De antemano tuve la intención de ofrecer la indulgencia de la Misa recién celebrada por las pobres almas de los franceses y austriacos sacrificados en el campo de batalla.
Mi corazón estaba tan apesadumbrado al pensar en tantas víctimas, que busqué algún alivio con un gesto paternal de caridad y visitar a los heridos de ambos países que fueron traídos a nuestro hospital militar. Esto me ayudó.
A todos esos jóvenes interesantes les conmovió particularmente mi visita. Me acerqué a la cama de cada uno y mostré un interés real en ellos. Los austriacos, que muestran más su fe, tomaron y besaron mi mano. Pude haber besado con gusto sus rostros al sentir su catolicismo, que me hizo sentirlos tan queridos.
Ver a uno de esos heridos, llenó mi corazón de compasión y tristeza: todos ellos, excepto uno, tenían heridas leves, o al menos no amenazaban sus vidas. Pensé ¿cómo debe ser ver a esos miles de hombres mutilados terriblemente, y las pilas de cadáveres? ¡Qué vista tan horrible” ¡No es suficiente con maldecir todas las guerras y aun mas por todos los perdidos, como el de hoy, bajo vanos pretextos y una causa tan detestable!
Diario, Junio 12, 1859, EO XXII
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