CERCANOS A LA GENTE, PUES TODOS TIENEN EL DERECHO A SER ESCUCHADOS POR SU PASTOR (C8)

“Siempre cerca de la gente con la que trabajan,  los  Oblatos  prestarán constantementeatención a las aspiraciones de la misma y a los valores que posee…”, (Constitución 8)

Uno de los primeros biógrafos de Eugenio, Rey (I, pág. 38), menciona cómo Eugenio se adaptó a estar disponible para todos en su diócesis.  Pasaba cuatro horas en su oficina cada mañana para recibir a quien llegara. En Marsella había personas con cualquier tipo de carencia y era evidente que todas ellas llegaban y eran bienvenidas, sin tener cita ni dar sus nombres.  Después de algunas semanas de ello, Eugenio escribió.

“¡Las audiencias me abruman! ¿Quién será el más indiscreto al pedirme tan enorme ayuda?

Cinco personas me agotaron esta mañana con sus peticiones.  Mr. Fabre, magistrado y consejero municipal… tuvo la paciencia de esperar por más de hora y media para que lo recibiera.  Su perseverancia le ganó una recepción muy amable”.

Más adelante ese año, reflexionó en su diario acerca de una mañana:

“Si fuera a tener mañanas como ésta y de hecho muchas otras iguales antes, muy a menudo, creo no podría continuar.  No se trata solo de dar dinero, sino de ver a los infortunados y darme cuenta de que aun haciendo lo imposible, no puedo atenuar sus necesidades, que es más de lo que puedo soportar. Una viuda que perdió a su esposo en Cayena y no tenía un centavo para vivir o volver a su país.  Un joven belga, saliendo del hospital donde pagó todo su dinero y agotado por su enfermedad y frustración, solo tiene 10 francos que recibió de su cónsul para volver a Bélgica. Una señora mayor, hermana de un sacerdote de la diócesis que falleció hace mucho tiempo, que empeñó todas sus pertenencias y no tiene con qué ir con su hijo, quien le daría aunque fuera un plato de sopa para no morir de hambre”.

Diario, Septiembre 3, 1838, EO XIX

Reflexionando en ellos y otros incontables momentos de estar cerca de su gente, concluyó:

 

“Estas audiencias ocupan todo mi tiempo y aun así son necesarias.  Es la tarea de un obispo recibir a su rebaño. Tengo la alegría de ver a todos satisfechos al salir, por como fueron recibidos.  Debo aconsejar y ayudar, pues todos tienen el derecho a ser escuchados por su pastor».

 

Diario, Septiembre 8, 1838, EO XIX

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