¡PERO CUÁNTO ME HA COSTADO HACER ESTE SACRIFICIO!

El P. Jean François Mounier de 27 años, había contraído fiebre tifoidea y fallecido.  Su director espiritual lo apreciaba mucho, primero como diácono en el noviciado y después como sacerdote recién ordenado, en el seminario de Marsella.  Eugenio quería y apreciaba al joven y la calidad de su vida es evidente en su diario:

“Es una gran pérdida para la Congregación. Aparte de sus grandes virtudes religiosas, había adquirido experiencia en dirigir a los Oblatos que se beneficiaban notablemente de su ejemplo y sabio consejo.  Si a los veintisiete años se había ganado la estimación y confianza de nuestros jóvenes, ¡qué futuro habríamos esperado para él!
 
 El buen Dios tenía otros planes; siempre debemos bendecir su Santo nombre, más aún cuando hicimos todo lo posible para que este buen Padre no nos dejara.  Celebré varias Misas por él y todas nuestras muy fervientes comunidades religiosas pidieron a Dios por su intención.  Cuando Dios se opone a las oraciones de esta forma, debemos reconocer que se ha proclamado Su voluntad y que siempre es por el bien del elegido. ¡Pero cuánto me ha costado hacer este sacrificio!

Diario de Eugenio de Mazenod, Octubre 1849, EO XXII

REFLEXIÓN

Cuánto nos afecta la muerte de un joven, en especial al ser talentoso y con la promesa de un gran futuro al realizar la tarea de Dios.  Junto con San Eugenio y con fe, debemos tener el valor para reconocer los caminos de Dios, que no siempre son los nuestros:
» … El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó. ¡Bendito sea el nombre del Señor”!  (Job 1:21).

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