TUVE LA CERTEZA DE QUE YA SE ENCONTRABA EN EL CIELO, CUANDO AUN PEDÍAMOS POR ÉL EN LA TIERRA

“Así que hoy ordené al diaconado al Hermano d’Herbomez aun con gran tristeza en mi corazón.  Tras dejar el altar de la ordenación fui al seminario para asistir a la Misa de réquiem cantada frente al cuerpo de nuestro querido P. Mounier.  Al verlo descansar en su humilde ataúd, reflexioné en las virtudes que adornaban su alma, su bondad característica, su amabilidad, su humildad y deferencia hacia sus superiores, la profunda veneración mostrada a la sagrada naturaleza investida en el Superior General, su celo por la santificación y perfección de los hermanos de los que era responsable;  todas ellas virtudes que lo facultaban para la gloria, y tuve la certeza de que ya se encontraba en el cielo, cuando aún pedíamos por él en la tierra”.

Diario de Eugenio de Mazenod, Octubre 1849, EO XXII

REFLEXIÓN

Qué gran bendición es para nosotros tener fe en la Resurrección y la comunión de los santos. Cuando perdemos a alguien cercano y creyente, nos reconforta tener la seguridad de que sigue cerca de nosotros, en presencia de nuestro Salvador Resucitado.

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