Eugenio alienta a sus Oblatos en Oregón al estar decepcionados por ser recibidos tan fríamente por el obispo, exhortándolos a enfocarse en lo que es el ideal inalterable de su vocación: su oblación para la salvación de las almas, como lo expresa su Regla de Vida.
“Establece desde el comienzo y antes que nada, el principio invariable de nuestro Instituto, y una regla prudente de conducta exacta y uniforme, que cada uno debe cumplir. En sus misiones, más que en cualquier parte, se debe observar la obediencia al Superior y la fidelidad a las Reglas. Tu carta es una prueba de ello. Respecto al proceder de su Prelado, poco agradecido a nuestra atención de enviarle algunos individuos… Con todo, veo en la misión la mano de la Providencia y ese contratiempo no me preocupa; son demasiado de Dios, mis queridos hijos, para no ofrecerle esa pena, junto con tantos otros sacrificios. Cumplirán su gran misión, independientemente de la satisfacción que les habría proporcionado una mayor cordialidad de quien debe aliviar su soledad. En el mapa he visto el territorio que han de evangelizar… Con cuánto interés sigo sus aventuras apostólicas”.
Carta al P. Pascal Ricard en Oregón, Agosto 1848, EO I núm. 100
REFLEXIÓN
La forma Mazenodiana de ver las situaciones es a través del Salvador Crucificado y así reconocer la mano de la Providencia en todas nuestras experiencias, y la fortaleza para poder perseverar.