ESOS BUENOS MISIONEROS TENDRÁN QUE SUFRIR MUCHO

En 1847 Eugenio había aceptado la invitación de los obispos locales para enviar Oblatos a trabajar en lo que hoy son los estados de Oregón y Washington. Para la nueva misión eligió al Padre Pascal Ricard, un Oblato Hermano y tres escolásticos, tardando siete meses en viajar para llegar a Walla Walla. Dos de los escolásticos fueron ordenados sacerdotes cuatro meses después, mientras que el tercero decidió permanecer como Hermano.

Tras las dificultades del viaje, el recibimiento del obispo no fue muy cálido y Eugenio se quejó con el Obispo Bourget de Montreal:

“Le comento en confidencia lo poco que el Señor Obispo de Walla Walla correspondió a la rapidez con la que respondí a su solicitud urgente de algunos misioneros dedicados. Habiendo previsto durante el viaje de nuestros buenos padres que serían suficientes, creo que quedó contrariado a su llegada.
Les recibió muy fríamente, y parece que desde entonces no ha sido mucho más amable con ellos. Lo que me preocupa es que a la distancia en que estamos de esos buenos misioneros, tendrán que sufrir mucho antes de que pueda enviarles la ayuda en la que debía haber confiado de parte del prelado que me los solicitó como un gran favor, según consta en su carta”.

Carta al Obispo Bourget de Montreal, Febrero 12, 1848, EO I núm. 93

En su respuesta, el Obispo Bourget trató de calmar la situación: “Creo que el P. Ricard y sus hermanos pudieron ser recibidos fríamente por el Obispo de Walla Walla, pero espero que al haber convivido con él, podrán tener una mejor opinión sobre la bondad de su corazón. Por naturaleza es serio y frío, e incluso demasiado con todos lo que le conocen por primera vez.  Además, se puede comprender que la pena de dejar la tierra natal y la fatiga de un viaje largo e incómodo, puede no ayudar a estar muy  dispuesto a reír”.   (Nota al Calce en EO I núm. 93)

REFLEXIÓN

En ocasiones podemos ser muy superficiales al hablar respecto a llevar la Cruz.  Esos cuatro Oblatos habían respondido a través de su oblación al llamado del Salvador Crucificado sacrificándose para llevar el mensaje de salvación a través de la Cruz y la Resurrección a quienes nunca habían escuchado el Evangelio.  Sus penas fueron redentoras.  Al encontrarnos en situaciones de sufrimiento, recordemos siempre que la Cruz es la puerta hacia la resurrección y aunque no podamos comprenderlo, somos los instrumentos de Dios en esas situaciones.

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