El celo para responder al llamado de los pobres y más abandonados al predicar el Evangelio requería Misioneros, y en Inglaterra, la repentina muerte del P. Perron de 35 años, dejaba un vacío que debía cubrirse urgentemente.
“Me apresuro a ordenar al querido Hno. Grey, a quien necesito enviar sin demora a Inglaterra, donde la muerte del buen P. Perron que sabía era inminente, pero que al recibir la noticia, cuando comencé a escribirte, deja un vacío que hay que cubrir cuanto antes”.
Carta al P. Ambroise Vincens en N.-D. de L’Osier, Francia, Febrero 27, 1848, EO X núm. 969
John Grey, escolástico irlandés de 25 años, fue ordenado al sacerdocio dos semanas después, recibiendo su obediencia para Everingham en Yorkshire. Más adelante trabajó en Manchester.
REFLEXIÓN
Eugenio tenía un desafío constante para responder a la necesidad de evangelizar a los más abandonados con personal adecuado, como sigue siendo hoy en día. Dios nos ha mostrado en décadas recientes que no solo son evangelizadores los sacerdotes y religiosos, sino todo el Pueblo de Dios. Cada uno de nosotros es portador del Evangelio en nuestra vida cotidiana: todos somos invitados a dar una respuesta silenciosa y generosa a través de nuestras interacciones y actividades diarias.
«¿Cómo, pues, invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán a aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán sin que sean enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian el evangelio de las cosas buenas!” (Romanos 10: 14-15)