OTRO ELEGIDO QUE LA FAMILIA TIENE EN EL CIELO

El Padre Frederic Perron tenía 35 años al morir de tifo, después de pasar tres años en Inglaterra. Trabajó en Penzance, fue superior de Grace Dieu en Leicestershire, y luego fue nombrado superior de la comunidad en Everingham, Yorkshire. Eugenio había puesto su confianza en él y su muerte fue un duro golpe. Aun así pudo confiar en Dios y decir “Bendito sea Dios en todo”.

“El P. Cooke me escribe que nuestro pobre P. Perron había recuperado el conocimiento desde hacía algunos días y no cesó hasta su último momento de hablar de cosas celestiales. Esta es una nueva  pérdida muy cruel, sobre todo cuando necesitaríamos diez obreros más en Inglaterra. Bendito sea Dios en todo. Es otro elegido que la familia tiene en el cielo y es verdaderamente notable la seguridad que todos nuestros fallecidos nos dan desde su beatitud eterna. Es oportuno aplicarnos la promesa del cielo de san Alfonso de Ligorio a todos los que mueran en la Congregación. Tenemos el mismo motivo de confianza, pues es la perseverancia al compromiso hecho con Dios y la santa muerte, lo que hace que todos los nuestros que el Señor ha llamado, nos confirmen esta seguridad”.

Carta al P. Ambroise Vincens en N.-D. de L’Osier, Francia, Febrero 27, 1848, EO X núm. 969

REFLEXIÓN

El Libro del Levítico 19:1, declara «Ustedes serán santos, porque yo, el Señor su Dios, soy santo” y nos muestra que la forma de alcanzarlo es través de la observancia de la Palabra de Dios. Eugenio estaba convencido de que todo Oblato que viviera a través de la Regla (que es nuestra forma particular de vivir la Palabra de Dios) y hubiera sido fiel a su oblación, se uniría a la comunidad Oblata en el cielo. La vida religiosa es una forma de vivir nuestro bautismo, al igual que todas las demás formas de vida.  Todos “los que han sido reivindicados por Cristo nuestro Salvador en el bautismo”, podemos confiar en ello: si somos fieles en vida, Dios será fiel al momento de nuestra muerte.