AQUÍ NOS TIENE A DOS SANOS, MUY DISPUESTOS Y CON UN ARDIENTE DESEO DE SACRIFICARNOS HASTA EL MARTIRIO
La narración de Hubenig concluye acerca de la Revolución y disturbios de 1830:
“Al ser sofocados los disturbios de los trabajadores, la prensa fue amordazada y la libertad restringida, por lo que no hubo clamor nacional cuando 11,000 trabajadores fueron enviados a Algeria condenados a trabajos forzados bajo el feroz sol del norte de África. En vista de tal opresión, la Iglesia permaneció callada, incluso los católicos liberales, como Lacordaire y Mont Lambert. Víctor Hugo clamó con angustia: «¿Pero ustedes, los católicos, sacerdotes, obispos, hombres religiosos, a quienes veo sentados en esta asamblea entre nosotros, por qué no se levantan? ¡Es su deber! ¿Qué hacen en esas bancas? Vayan al podio con la autoridad de sus santas tradiciones, vayan y digan a quienes inspiran las crueles medidas, a quienes aplauden las leyes inhumanas y a quienes llevan a la mayoría a un camino de desgracia, vayan y háganles ver lo malo de sus acciones, que lo que hacen es detestable, que es impío. ¿Por qué permanecen ahí, sin decir nada?» (Living in the Spirit’s Fire, pág. 166)
La Iglesia tradicional francesa debe haber permanecido en silencio, aunque algunos de los Oblatos deseaban ayudar a los presos abandonados, como Eugenio había hecho y enseñado en años anteriores. El Padre Dassy escribió a Eugenio el 30 de junio:
“Acompañar a esos desdichados en un viaje tan largo, establecerse con ellos en las Islas donde los reunirán, a fin de trabajar en renovarlos por el cristianismo y a favor del catolicismo… sería una obra digna de usted y perfectamente conforme a nuestra vocación.
Hasta ahora, los periódicos no han informado nada acerca de las gestiones que habrían hecho ya otras Congregaciones ante la autoridad competente. Así monseñor, si usted considera deber solicitar esa misión para sus hijos, aquí nos tiene a dos sanos, muy dispuestos y con un ardiente deseo de sacrificarnos hasta el martirio para cumplir tan generosa y difícil función. Solo pídalo y partiremos. El padre Mouchel y yo, nos entregaremos de todo corazón, yo en particular, para expiar con una vida realmente penosa todos los pecados de mi vida. No es un entusiasmo humano, sino únicamente la fe la que me inspira y usted no lo pone en duda, monseñor, y Dios haga que pese a mi indignidad, aun sin tener derecho alguno a ese inmenso favor, sea escuchada mi petición”.
REFLEXIÓN
“El tema de nuestro Capítulo general es: “Peregrinos de esperanza en comunión”. Los Oblatos nos sentimos interpelados por los muchos gritos que resuenan en nuestro mundo, pues las voces de los pobres y de los abandonados llegan a Dios, quien nos mira y nos llama a dar una respuesta. La Iglesia nos pide que salgamos de nuestras zonas de confort y vayamos a las periferias. La contribución de nuestros laicos asociados nos ayuda a comprender que no estamos solos en el campo de la misión ni en la vivencia de nuestro carisma. Caminamos juntos”. (Mensaje del 37° Capítulo General OMI)
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