LA REVOLUCIÓN DE 1848
“26 de febrero: Me han dicho que esta noche hubo concentraciones y que un tropel de gente recorrió las calles cantando la Marsellesa. No ha pasado un alma por la calle del obispado. No ocurrió así en 1830”.
Diario de Eugenio de Mazenod, Febrero 25, 1848, EO XXI
Hubenig explica:
“La burguesía profundamente anticlerical y adinerada, la misma clase que ocasionara tantos problemas a Eugenio de Mazenod y los primeros Oblatos en sus misiones parroquiales, había promovido la Revolución de Julio de 1830. Es por ello comprensible, porqué la conmoción en ese tiempo impactó casi con la misma fuerza a la Iglesia como fue en contra de la monarquía derrocada de la Restauración. Después de 1830 Louis-Philippe había tratado de suavizar las relaciones con la Iglesia, pero su reconciliación duró poco y pronto se deterioró, al grado que para 1848, la religión se había separado abiertamente del régimen político. Así que cuando llegó la Revolución en 1848, no fue tan anticlerical como su predecesora y la Iglesia sorteó la tormenta con relativa calma. De hecho, con el derrocamiento de Louis-Philippe, una gran parte de la Iglesia entró a una emocionante era de catolicismo liberal…
Al principio, la Iglesia incluso se unió a lo que parecía ser una primavera para los franceses, una reunión del espíritu del evangelio con el espíritu de la revolución. Al principio, y por varias semanas, Jesucristo y su Evangelio fueron la fuerza que impulsó a la mayoría de las ideologías involucradas. Los sacerdotes y obispos bendecían con alegría los árboles de libertad que plantaban los eufóricos ciudadanos.
(Living in the Spirit’s Fire extractos de las páginas 161 – 169).
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