“ESTOY CON USTEDES TODOS LOS DÍAS, HASTA EL FINAL DE LOS TIEMPOS”

Siendo Obispo de Marsella, Eugenio dirigió muchas cartas pastorales a quienes estaban bajo su cuidado en la diócesis.  Su carta de Cuaresma en 1847 hablaba sobre el fallecimiento del Papa y la elección de su sucesor.  En esa época los cristianos eran perseguidos y atacados de varias formas y en esos tiempos difíciles por los que atravesaba la Iglesia, Eugenio aseguró a sus feligreses que Dios nunca los abandonaría.

“Al fallecer el Papa Gregorio XVI, la Iglesia entera estuvo de luto y les pedimos sus oraciones al Señor por el padre que habíamos perdido, y pedir al Cielo “otorgarnos, de entre tantos hombres con una buena relación con Dios, al Pontífice más idóneo para gobernar a su pueblo en este momento de tiempos turbulentos, en que el “poder de las tinieblas” (Lc 22:53) se ha vuelto tan fuerte en la tierra, que parece necesario que el Señor en su misericordia, nos de uno de esos hombres extraordinarios que ha elevado en otras ocasiones, y devolvernos a los hermosos días de la fe…”.

Refiriéndose al Cónclave de Cardenales reunido para elegir al nuevo Papa, Eugenio continuó:

“la distinguida reunión fue clausurada por el efecto inesperado de la ayuda de quien dijo a su Iglesia: «… yo estoy con ustedes todos los días hasta el final de los tiempos» (Mt 28:20). También dijo “no los dejaré huérfanos» (Jn 14:18). Y así, en cuanto fue invocado el espíritu de consuelo, el Paráclito que nos había prometido, llegó para realizar su elección, dándonos un padre en la persona del vicario de Jesucristo y el nombre de Pío IX, quien fue recibido con una aclamación universal, y se dio a conocer el nombre del Pontífice a quien Dios eligió para “… dirigir nuestros pasos hacia el camino de la paz».  (Lc 1:79).

Carta Pastoral del Obispo de Mazenod a la Diócesis de Marsella en la Cuaresma de 1847

A través de la extensa carta, el Obispo subrayó continuamente que Dios nunca abandona a la Iglesia, el Cuerpo de Cristo, un mensaje aun relevante en la actualidad.

«Quienes siguen a Cristo no pueden esperar un mejor trato en el mundo del que tuvo su Maestro».    Matthew Henry

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