“El llamado de la Iglesia, madre de todos los cristianos, es llevar en su vientre a todos los pueblos de la tierra benditos en Jesucristo… Su divino Fundador predijo que “el poder de la muerte no podrá contra ella” (Mt 16:18) y por dieciocho siglos nunca ha dejado de cumplirse esta predicción con una fidelidad inquebrantable.
En ocasiones sus enemigos han creído ya tener alguna victoria permanente y a menudo, al momento justo en que anunciaban acercarse a la victoria total, la mano de Dios estuvo ahí para revertir sus esperanzas… La experiencia de casi dos mil años debería convencer a los enemigos de la Iglesia de lo vano de sus esfuerzos. ¿No han tratado en vano de ir en su contra? ¿Cuántas feroces tormentas han golpeado la nave de la Iglesia y sigue adelante en las olas turbulentas? A menudo parece como si fuera a hundirse, y repentinamente se restaura la calma, salvando a quienes parecían perecer cada vez, y así será mil veces más”.
Carta Pastoral del Obispo de Mazenod a la Diócesis de Marsella en la Cuaresma de 1847
REFLEXIÓN