QUIENES LAVAN NUESTROS PIES

“Después que les lavó los pies a sus discípulos, Jesús les dijo: ‘En verdad les digo: no es más el siervo que su amo’…» (Juan 13:16)

El Evangelio de hoy (Juan 13:16-20) comienza en la conclusión de uno de los gestos más poderosos de Jesús, al lavar los pies de sus discípulos en la Última Cena. Era algo muy necesario que realizaba el sirviente más humilde al llegar personas a una casa, tras andar con sandalias por las calles sucias.  Una acción necesaria que se convirtió en algo de gran relevancia simbólica. Jesús enseña después que quien de la bienvenida al sirviente, le da la bienvenida a él.

La respuesta de Eugenio de Mazenod:

Meditaré en mi amado Jesús, en su encarnación, en su vida oculta, en su misión, en su pasión y muerte; pero sobre todo en su Sacramento y Sacrificio. Mi mayor ocupación será amarle, mi mayor empeño hacerle amar. Emplearé en ello todo mi esfuerzo, mi tiempo, todas mis fuerzas y cuando tras mucho esfuerzo solo hubiera logrado un solo acto de amor hacia un Señor tan bueno, me consideraré bien pagado.

Notas de Retiro, Diciembre 1812, O.W. XV núm. 109

En estos días, las generosas personas que contribuyen a nuestro bienestar y a nuestra esperanza en todo sentido, son quienes lavan nuestros pies.

Mirémoslos con nuevos ojos y reconozcamos este gesto de Jesús, quien nos ama a través de ellos.

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