ABRE LOS OJOS Y RECONOCE LA PRESENCIA DEL BUEN PASTOR A TU ALREDEDOR

“Yo soy el buen pastor, y conozco mis ovejas y las mías me conocen, de igual manera que el Padre me conoce y yo conozco al Padre, y doy mi vida por las ovejas.”    (Juan 10:14-15)

El Pastor tiene dos credenciales: la intimidad con sus ovejas (las conoce y ellas lo conocen a él) y su completa entrega al dar su vida para protegerlas

No es necesario explicar el Evangelio de hoy (Juan 10:11-18).  Abre los ojos y mira alrededor. Ve a quienes ponen en riesgo su vida para darnos servicios esenciales: esa es la presencia del Buen Pastor.

Ve a quienes en forma literal y en sentido figurado dan sus vidas como primera respuesta, personal médico, quienes acompañan a los moribundos y a los que sufren.

Ahí está el Buen Pastor.

Abre los ojos y reconoce la presencia del Buen Pastor en todo lugar con nosotros, diciendo: “No tengo manos, sino las tuyas, no tengo corazón, sino el tuyo, no tengo boca, sino la tuya…”

Eugenio dice en una carta a su madre en diciembre de 1808:

Me limitaré a decirle que el Señor es muy rico y sobre todo muy generoso, pues paga con generosidad lo poco que se le ofrece. Porque ¿qué es el mundo? Lejos de señalar el sacrificio que hacemos por Dios, ¿no deberíamos sentirnos felices de que se digne aceptar que dejemos todo lo  despreciable y peligroso para recibir a cambio lo más grande y de mayor consuelo: a él mismo?

¡Ah, si los hombres conocieran el don de Dios!

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