HACE 200 AÑOS: MANTENIENDO VIVOS LOS IDEALES DE LOS MONASTERIOS DESTRUIDOS

En torno al año 415 D.C. Juan Casiano había establecido el primer monasterio en Marsella, en el Oeste de Europa –un concepto que iba a inspirar a Benito a hacer lo mismo en el siguiente siglo. El Provenzal Eugenio habría estado orgulloso, con razón, de este hecho, y del desarrollo y del éxito de incontables monasterios en Francia. Posteriormente, la Revolución Francesa, destruyó todo esto.

En este contexto, Eugenio quiso que sus Misioneros llenaran este vacío y por eso estableció el segundo fin de la Sociedad:

Art. 1. El fin de esta agrupación es también suplir en cuanto es posible a la falta de tantas hermosas instituciones desaparecidas con la revolución, que han dejado un terrible vacío, del que la religión se da más cuenta cada día.

1818 Règle, Première partie, Chapitre premier. De la fin de l’Institut. § 2.
Missions, 78 (1951) p.13-14

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