RECONOZCO CON MÁS CLARIDAD MIS DEBERES Y ME PARECE HABER LOGRADO GRACIAS AL ESPÍRITU SANTO, LA VOLUNTAD PARA CUMPLIRLOS FIELMENTE

Al escribir a su confidente, el Padre Tempier, Eugenio describe su estado espiritual tras su consagración episcopal.

El Espíritu Santo, invocado por tantas almas hizo acto de presencia ese gran día, y podría decirle que desde entonces no hay momento en que no haya grandes impresiones en el alma de quien se dignó elegir y santificar.
No pedí en vano su poderosa ayuda, pues desde mi retiro me siento renovado y con una disposición habitual que no puedo expresar.

Siempre había admirado con respeto el estado de los obispos como sucesores de los apóstoles, y ahora él era uno de ellos.

Toda mi vida sentí respeto por el episcopado, considerándolo siempre con un gran espíritu de fe; era por así decirlo, un instinto de mi alma. De no haberme moderado, en varias ocasiones me habría postrado a los pies de un obispo, como se hace ante el Papa. Hubiese deseado que todos pensaran como yo, para rendir grandes homenajes a esos sucesores de los Apóstoles. Me sentía inclinado a exaltarlos, y he aquí́ que el Señor me eleva a esa grandeza y, lo que es más, me hace ver que estaba aun lejos de comprender la plenitud del sacerdocio de Jesucristo.

Consciente de su debilidad personal, el don del Espíritu Santo le da la confianza para cumplir con sus responsabilidades.

Esta íntima convicción en mi alma coincide con el sentimiento de indignidad personal; pero no por ello confío menos en ser, por la misericordia de Dios, distinto de lo que era. Reconozco con más claridad mis deberes y me parece haber logrado gracias al Espíritu Santo, la voluntad para cumplirlos fielmente.

Carta a Henri Tempier, Octubre 20, 1832, EO VIII núm. 437

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