Eugenio sin duda atraía a las multitudes por su modo de predicar. Marius Suzanne, quien era novicio en 1820 durante la misión en Aix, describe la técnica de Eugenio al transmitir al Salvador y la reacción de quienes le escuchaban:
Asistí el martes siguiente, al sermón de la mañana en la metrópoli / de St. Sauveur. Si me impresionó la gran concurrencia de personas de toda edad y sexo, que se encontraban allí desde las cuatro y media, mucho más me impresionó todavía el discurso del Sr. de Mazenod. No puede, mi querido amigo, hacerse una idea exacta de la elocuencia dulce y fluyente de este hombre de Dios; no trata de provocar violentas sacudidas, asustar a los pecadores y llenarlos de espanto. Se introduce blanda y suavemente en el ánimo, y despierta los más tiernos afectos; algo puro y dulce que brota de su corazón, le dilata y le refresca a usted con este rocío celestial del que habla el Profeta; él pasaba totalmente desapercibido, explicaba en provenzal las primeras palabras de la oración dominical: las expuso con tanta facilidad, se expresó con una abundancia de sentimientos tan naturales y conmovedores, que nos hacía llorar; corrían las lágrimas de los ojos de todos, con dulzura, pero suave y silenciosamente; muchos pecadores se convirtieron; tres prostitutas entre otros, que se confesaron la tarde del mismo día.
SUZANNE M., Algunas cartas sobre la misión en Aix, Chez Pontier, Imprimeur-libraire, Aix, 1820, pág. 6-7.
«Ser cristiano es más que sólo una conversión instantánea – se trata de un proceso diario en el que crecemos más y más para ser como Cristo.» Billy Graham