FINANCIAMIENTO DE LAS MISIONES

A nivel práctico, el celo de los Misioneros dependía igualmente de la generosidad de los demás. Al ofrecer sus servicios en una aldea, no esperaban ninguna remuneración. Eugenio escribe a uno de los pastores:

Los fondos que tiene me parecen suficientes, porque no percibimos ninguna retribución personal y seguimos a la letra esta palabra del Señor: “gratis accepistis, gratis date” (Lo que recibieron gratis, denlo gratis, Mt. 10, 8). Basta que compensen a los misioneros los gastos de viaje y les den la hospitalidad en el lugar de la misión. Es la norma de nuestra pequeña sociedad.

Carta al Señor Párroco de Salernes, el 15 de junio 1818, E.O. XIII, n.13

Comenta la misma idea al pastor de Barjols:

Los gastos a realizar se limitan a la alimentación frugal de los misioneros; no recibimos ningún emolumento por las fatigas y un trabajo que sólo puede recompensar el Señor

Carta al Señor Párroco de Barjols, el 20 de agosto 1818, E.O. XIII, n. 14

 

El obrero merece su salario”    Lucas 10,7

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