EL CELO MISIONERO VERSUS LA REALIDAD

A lo largo de 1818 , los párrocos de las aldeas cercanas continuaron solicitando a los Misioneros para realizar misiones parroquiales. Aquí tenemos dos de las respuestas de Eugenio, en las que no tenía opción sino rehusarlas.

¡Por qué no tendré a mi disposición un ejército de buenos obreros evangélicos! Poco tardaría en tener a su lado a cuantos le fueran necesarios. Pero, ¡ay!, somos tan pocos. La necesidad que Ud. sufre se hace sentir en todo la diócesis. Hace tres años que empleamos nuestros débiles medios para ayudar a diversos pastores, y el Señor se ha complacido en colmar de bendiciones a los pueblos que hemos evangelizado.
Pero ¿qué son 4 ó 5 misioneros para una diócesis tan extensa? Me sangra el corazón cuando me veo obligado a dejar para más tarde una obra tan excelente de la que depende la salvación de tantas almas. No sabría expresárselo; es para mi un verdadero tormento y ese tormento se renueva a cada petición que me llega… Con verdadero dolor me veo obligado a decirle que nos es imposible responder a su pedido este año.

Eugenio concluye con una oración por más vocaciones Misioneras:

Mientras tanto, pidamos al Señor que conoce las necesidades de su pueblo, que nos proporcione los medios para poder hacerlo.

Carta al Señor Párroco de Salernes, el 15 de junio 1818, E.O. XIII, n.13

La misma respuesta recibiría la solicitud de otro pastor:

¡Ay! cuánto me cuesta la negativa , apenas podemos cumplir este año las promesas de hace tres años, y las peticiones desde entonces son continuas. El año que viene, si los Señores Vicarios generales no quieren tomar la responsabilidad de determinar las parroquias que deben ser preferidas, nos veremos obligados a tirar a suertes, ya que son muchas las peticiones y pocos los medios para satisfacerlas. Encomendamos el asunto a Dios que tal vez se complacerá en enviarnos obreros para trabajar en la cosecha tan abundante y que madura en todas partes..

Carta al Señor Párroco de Rougiers, el 30 de octubre 1818, E.O. XIII, n.18

 

La sabiduría práctica sólo habrá de aprenderse en la escuela de la experiencia. Los preceptos y la instrucción sólo son útiles en sí mismos, pero sin la disciplina de la vida real, su naturaleza permanece tan sólo como una teoría.”          Samuel Smiles

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