UN CORAZÓN QUE ESCUCHA PARA LLEGAR A CONOCER MÁS PROFUNDAMENTE AL SALVADOR A QUIEN AMAMOS Y DESEAMOS REVELAR AL MUNDO
“Están siempre dispuestos a responder a las necesidades más urgentes de la Iglesia mediante varias formas de testimonios y ministerios, pero sobre todo por la proclamación de la Palabra de Dios…” (C7)
“La Palabra que Jesús entregó a sus Apóstoles no ha perdido su fuerza a través del tiempo. Hemos visto que al provenir de los labios de quien es en sí mismo la vida eterna, siempre tiene espíritu y vida”.
Carta Pastoral del Obispo Eugenio acerca de las misiones, 1844.
La convicción de Eugenio sobre la importancia de las Escrituras en su vida le hizo tomar tiempo cada día para estudiarlas. Para él, la Lectio Divina era una oportunidad para escuchar la Palabra de Dios como un mensaje personal, y una práctica diaria en su agenda.
Los estudiosos de las Escrituras que han analizado los escritos de San Eugenio señalan qué tan inmerso estaba en ellas. A menudo las citaba directamente en sus cartas y en su diario y muy a menudo, parafraseaba los textos como parte de sus comunicados.
En la primera Regla escribió que “todo miembro del Instituto está encargado de estudiar las Sagradas Escrituras a diario”. Actualmente en nuestra Regla leemos:
“La Palabra de Dios nutre nuestra vida espiritual y apostolado. No solo la estudiaremos diligentemente, sino desarrollaremos además un corazón que escucha, para llegar a conocer más profundamente al Salvador a quien amamos y deseamos revelar al mundo. Esta inmersión en la palabra de Dios nos permitirá comprender mejor los eventos de la historia a la luz de la fe”.
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Gracias Señor por guiar y fortalecer nuestras vidas! Sólo Tú tienes palabras de vida eterna! San Eugenio de Mazenod, ruega por nosotros.
Amar a Dios, es reconocer que primeramente somos amados por el y en nuestra racionalidad humana, recibimos esa gracia a través de su Palabra, en ella logramos contruir la sabia contención, para nosotros y en consecuencia para nuestros hermanos en el camino hacia nuestra redención en Cristo Jesús. Gracias San Eugenio…por tanto en Él.
Gracias a todos los Oblatos de María Inmaculada y San Eugenio por acompañar a todos los consagrados y laicos