REVERENCIA: UN MOVIMIENTO DEL CORAZÓN, UNA DISPOSICIÓN, UNA ESPIRITUALIDAD
En un informe del segundo día de la reunión Intercapitular en India, leemos:
“Por la tarde, el P. Robin Seelan, SJ, se dirigió a los Oblatos con una reflexión sobre la ‘reverencia’ y su papel en la vivencia de la sinodalidad durante la reunión Intercapitular. Señaló que la palabra en sí no aparece en las Constituciones y Reglas, pero está profundamente presente en la vocación oblata. Se reconoce en el ardiente deseo de perfección, el amor ardiente a Cristo y a la Iglesia, el celo ardiente por la salvación de las almas y la liberación de los afectos desordenados. El P. Seelan recordó a la asamblea que la reverencia no es una técnica ni un método. Es un movimiento del corazón, una disposición, una espiritualidad. Es algo para vivir y experimentar, más que simplemente discutir o estudiar”. (https://www.omiworld.org/es/2025/08/19/un-dia-de-escucha-y-de-reverencia/)
El orador captó algo del espíritu de nuestras Constituciones y Reglas, que reconocemos en las palabras de San Eugenio a los pobres y más abandonados de la Iglesia de la Magdalena: «Mis hermanos, mis queridos hermanos, mis respetados hermanos», y cómo este sería su enfoque característico hacia todos como oblato y obispo.
Este espíritu de reverencia se refleja en la Constitución 5: «Lleva la Buena Noticia a los pueblos que todavía no la han recibido y les ayuda a descubrir a la luz del Evangelio los valores que poseen».
En la Constitución 7: «Ponen su empeño en fundar comunidades cristianas e Iglesias enraizadas en la cultura local y plenamente responsables del propio crecimiento».
En la Constitución 8: «Siempre cerca de la gente con la que trabajan, los Oblatos prestarán constantemente atención a las aspiraciones de la misma y a los valores que posee».
La reflexión concluyó con una invitación, también válida para todos los miembros de la Familia Carismática Oblata que no estuvieron presentes en esa reunión, a «encarnar la reverencia en todos los aspectos de su vida: en el testimonio personal, en la vida comunitaria y en la misión apostólica. Este Intercapítulo, subrayó, no es solo una reunión organizativa, sino un momento de diálogo y apertura. Exige una escucha atenta en oración y silencio, creando las condiciones para una auténtica conversación en el Espíritu».
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