REDUCIR EL ACENTO COMO UNA RESPONSABILIDAD MISIONERA

“Aprovecho para recomendarles insistan mucho con nuestros Padres canadienses en corregir su acento, a la pronunciación de los ingleses con quienes viven. Son lo bastante jóvenes para lograrlo, si prestan atención. Cuántos de nuestros provincianos han corregido su acento viviendo en París”.

Carta al Obispo Bruno Guigues, Septiembre 15, 1848. EO I núm. 102.

No había límites para el celo de los Misioneros Oblatos y aun así no bastaba dedicarse de lleno a la tarea misionera: también era esencial prepararse y aprender el idioma de la gente.  Eugenio añadió que no era suficiente saber la gramática y el vocabulario de un idioma, sino que los misioneros debían aprender la pronunciación de la población local.

REFLEXIÓN

Los Oblatos nos enorgullecemos de «estar cerca de la gente». En esta época de comunidades internacionales multiculturales confirmamos nuestro amor y preocupación genuina por la gente con quienes trabajamos, al preocuparnos por absorber sus expresiones culturales tanto como nos es posible.  La gente nos evalúa de acuerdo a nuestra buena voluntad y al mostrarles que tratamos de hacer lo mejor posible.

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