ENTREGAN SU SALUD COMO TODOS LO HEMOS HECHO, COMO DEBEMOS HACERLO, A LA PROVIDENCIA DE DIOS, QUE NOS GOBIERNA

El Padre Viala no estaba contento en Limoges y culpaba al clima de afectar su salud.  Sin embargo, su presencia era necesaria para el éxito de la nueva misión, por lo que Eugenio lo animó diciéndole lo  importante que era permaneciera ahí.

“Mi querido Padre, en nombre de Dios, calma tu espíritu ayudándote con pensamientos sobre el cielo.
¿Qué debemos buscar sobre la tierra? Obedecer la voluntad de Dios; el secreto de nuestra felicidad está en conformar nuestra voluntad a la suya; si nuestra voluntad es difícil, estamos expuestos a perder el mérito de nuestra obediencia; nos privamos del consuelo que siempre acompaña a nuestra sumisión. Piensa que varios de nuestros hermanos han abandonado todo y atraviesan los mares para seguir la voluntad divina manifestada por los superiores que te mantienen en tu puesto. Hay entre ellos quienes duermen sobre la nieve, se arrastran sobre el hielo, quienes solo tienen un poco de pan y en los días buenos, un trozo de tocino; que no se quejan de su suerte y entregan su salud como todos lo hemos hecho, como debemos hacerlo, a la Providencia de Dios, que nos gobierna”.

Carta al P. Jean Viala en Limoges, Junio 21, 1848, EO X núm. 979

REFLEXIÓN

Toma, Señor, y recibe mi libertad,
mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad,
todo mi haber y mi poseer.
Tú me lo diste, a Ti, Señor, lo torno;
todo es tuyo;
dispón de ello conforme a tu voluntad.
Dame tu amor y gracia, que esto me basta.
(San Ignacio de Loyola)

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