SAN EUGENIO: PEREGRINO DE LA ESPERANZA, DEDICADO AL SALVADOR
Segunda «señal del camino»
El amor de Eugenio por la Iglesia, el Cuerpo de Cristo, fue lo que hizo le dedicara su vida como sacerdote:
“Así que, querida madre, no guarde resentimiento a esta pobre Iglesia, tan terriblemente abandonada, despreciada, pisoteada, pero que aun así, dio nacimiento a todos nosotros en Jesucristo, el homenaje que dos o tres individuos de toda Francia (un pequeño número del que me alegra formar parte) desean darle su libertad y vida.
Y qué motivo podría tener para desear que demore más mi compromiso y dedicarme a la Esposa de Jesucristo, que el divino Maestro formó al verter su sangre, cada momento de una vida que recibí solo para utilizar para la mayor gloria de Dios”.
Carta de Eugenio a su madre, Octubre 11, 1809, EO XIV núm. 61
El amor por la Iglesia fue la luz constante que le llevó a formar una familia misionera:
“Nuestro Señor Jesucristo nos dejó la gran tarea de continuar redimiendo a la humanidad…
Este espíritu de estar totalmente dedicados a la gloria de Dios, al servicio de la Iglesia y a la
Salvación de las almas, es el espíritu que le es propio a nuestra Congregación, una pequeña sin duda, pero que siempre tendrá fuerza, mientras sea santa”.
Carta a Henri Tempier, Agosto 22, 1817, EO VI núm. 21
Un año antes de fallecer, Eugenio el peregrino continuaba expresando su fidelidad a estas importantes señales del camino:
“¿Cómo es posible separar nuestro amor por Jesucristo del que le debemos a la Iglesia? Estos dos tipos de amor se fusionan: amar a la Iglesia es amar a Jesucristo y viceversa. Amamos a Jesucristo en su Iglesia pues ella es su inmaculada esposa, surgida de su costado abierto en la cruz…”.
Carta Pastoral a la Diócesis de Marsella, 1860
PALABRA DE DIOS
“… como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella para consagrarla a Dios, purificándola por medio del agua y la palabra. Se preparó a sí una Iglesia esplendorosa, sin mancha ni arruga ni cosa parecida: una Iglesia santa e inmaculada”.
Efesios 5, 25-27
ORACIÓN
Padre Nuestro,
que por la gracia del Espíritu Santo
otorgaste a San Eugenio de Mazenod
un amor incondicional por la Iglesia.
Que se encienda en nosotros la llama de su amor
por la Iglesia, el Cuerpo de Cristo
y recibamos, por su intercesión,
las gracias especiales que pedimos como
Peregrinos de la esperanza.
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