OBLACIÓN: ESA CONSAGRACIÓN ES IRREVOCABLE, ES PERPETUA

El Padre Vincens, nuevo maestro de novicios, estaba por recibir a un nuevo grupo de novicios, de cuya formación era responsable.  Eugenio le recuerda que el propósito del noviciado es hacer su oblación de vida como religiosos y misioneros.

“Insiste mucho en la importancia de la obligación que se adquiere por la oblación; son libres de no llegar a ella, pero esa consagración es irrevocable, es perpetua; por algo se acepta el compromiso sagrado en forma solemne, en presencia de Jesucristo.”

Eugenio se refiere a la costumbre de esa época, de profesar los votos arrodillado ante la Eucaristía y de recibir la Comunión al terminar de pronunciarlos. Continúa respecto a la seriedad de ello:

“Maldito, mil veces maldito, el que rompa los lazos que nunca deben ser desatados por voluntad de quien los ha aceptado.

Los que no se apeguen de corazón a la Congregación, no son para ella.”

Los formadores son responsables de asegurarse que los novicios han comprendido por completo la seriedad del paso que dan a través de la oblación.

“Te corresponde abarcar todos estos puntos y otros más, en las explicaciones que es tan esencial que les des.”

Carta al P. José Vincens, Noviembre 23, 1841, EO IX núm. 751

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