“Si alguien me ama, guardará Mi palabra; y Mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos con él morada.” (Juan 14:23)
El Evangelio diario en la liturgia de estos días es del discurso de Jesús en la Última Cena. Vemos a la comunidad de los discípulos (la Iglesia en sus orígenes) prepararse para la vida sin la presencia física terrena de Jesús. La comunidad aprende a reconocer la presencia de Dios en muchas formas diferentes.
El Evangelio de hoy (Juan 14:21-26) nos lleva a la dinámica del amor Trinitario, colocándonos en una relación con el Espíritu Santo. Si amamos a Dios, Él estará entonces en nuestras vidas.
San Eugenio deseaba hacer de su vida el hogar de Dios:
Creo que no hay otra forma, mas que actuar siempre en perfecta dependencia de la voluntad de Dios, con una perfecta libertad de espíritu, uniéndome a Dios a través de un movimiento interior que le complazca en ese momento, sabiendo que solo eso y no algo más, es lo que él quiere que haga.
La pandemia por la que atravesamos ha sacudido nuestros cimientos y es una invitación a reevaluar las elecciones en nuestras vidas:
comenzar por amar,
escuchar la Palabra del Amado,
ser amados
y transformar nuestras vidas en el hogar del Amor.