Y esta es la voluntad del que me envió: que de todo lo que Él me ha dado Yo no pierda nada, sino que lo resucite en el día final. Porque esta es la voluntad de Mi Padre: que todo aquel que ve al Hijo y cree en Él, tenga vida eterna, y Yo mismo lo resucitaré en el día final. (Juan 6:39-40)
Estos días hemos seguido la enseñanza de Jesús sobre el Pan de Vida. Recordemos que le hablaba al pueblo judío, que pertenecía a Dios a través de la Alianza. En el Evangelio de hoy (Juan 6:35-40) los lleva un paso más allá: Él es la revelación de Dios y los guía a un mayor entendimiento de su relación en la alianza para conocer a Dios como realmente es y adentrarse más en esa relación de vida y amor que ya tienen, y de la que no serán alejados.
Esta convicción reconfortaba a San Eugenio y le llevaba a reconfortar a los demás, como vemos en esta carta al P. Casimir Aubert en 1850:
Los quince días, mi querido hijo, que han pasado entre tu última carta y la que recibí hoy han sido de gran preocupación para mi. Pensar en tu pena y todas las dificultades… No sería digno pertenecer a Dios y a la Iglesia, si nos dejáramos vencer por los problemas
El Coronavirus nos está haciendo tomar conciencia realmente de cuán frágil puede ser nuestra existencia, siendo una invitación al pensamiento reconfortante de que a través de nuestro bautismo pertenecemos a Dios y tenemos una relación con Él ¡y no hay nada frágil en esta alianza!