LAS DIFICULTADES PUEDEN ARREGLARSE ENTRE HERMANOS, PERO QUEDAN PARA SIEMPRE EN LA MENTE DE UN EXTRAÑO

El Padre Honorat, superior de los Misioneros en Canadá, había confiado las dificultades en su comunidad al Obispo de Montreal. Al enterarse de ello, Eugenio no estaba feliz.

“Temo que en tus comunicaciones privadas con el Obispo hayas hablado demasiado abiertamente sobre tus hermanos y solo te preocupe haber puesto en el espíritu del prelado las dificultades de ese momento. De no ser así, sería muy enojoso, pues las dificultades pueden arreglarse entre hermanos, pero quedan para siempre en la mente de un extraño.

¿Qué caso tiene eso? Tal vez hayas encontrado alivio momentáneo por la confidencia, pero el daño hecho al individuo y de rechazo a la familia es irreparable”.

Carta al P. Jean Baptiste Honorat, Octubre 7, 1843, EO I núm. 27

Un importante recordatorio para todos nosotros.

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