QUE EL BUEN PADRE VINCENS SE ALEGRE DE ELLO Y LLEVE A ELLOS SU PENSAMIENTO CUANDO ENCUENTRE ALGUNA DIFICULTAD
“Les es imposible tener mayor generosidad, una dedicación más perfecta, pensamientos más espirituales. Sacrifican sus afectos naturales y más legítimos con una verdadera alegría basada en la fidelidad y el amor a su vocación. Saben que no volverán a ver su patria y se reprocharían echarla de menos”.
“Dios nos ordena ir, me decían, no debemos ocuparnos de otra cosa. Verdaderamente me cuesta ocultar mi emoción y contener mi admiración. Son discípulos que honran a su maestro”.
Así había escrito Eugenio con admiración acerca de los tres escolásticos Oblatos que se preparaban para ir a Canadá y ahora invitaba al Padre Vincens, quien fuera responsable de su formación, de regocijarse con el fruto de su ministerio de formación.
“Que el buen P. Vincens se alegre de ello y lleve a ellos su pensamiento cuando encuentre alguna dificultad. Nuestro Señor, modelo divino, tenía mucho que sufrir con sus amados apóstoles que tan a menudo eran insoportables y fatigosos”.
Carta al Padre Bruno Guigues, Agosto 18, 1843, EO X núm. 812
Quienes participan en el ministerio de formación reconocen que encuentran muchas dificultades y tendemos a recordarlas. Eugenio aconseja al Padre Vincens recordar sus éxitos cuando las dificultades y fallas le abrumaran.
Diez años antes Eugenio había alentado al Padre Mille, al estar en circunstancias similares:
“Te devolverán lo que hayas hecho por ellos, cuando al terminar sus estudios comiencen a trabajar en la viña del Padre de familia; será entonces cuando recojas lo sembrado ahora; la doble participación que tendrás en todas sus obras te compensará ampliamente el sacrificio que haces”.
Carta a Jean-Baptiste Mille, Abril 21, 1832, EO VIII núm. 420
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