“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón… y ama a tu prójimo como a ti mismo” son las palabras de Jesús. Eugenio las hizo propias (y nuestras) al utilizar la palabra “oblación” – nuestra vocación es de entrega total a Dios en la caridad y al servicio mutuo:
La caridad para con el prójimo forma también la parte esencial de nuestro espíritu.
Sin embargo, añade una condición:
La practicamos primero entre nosotros amándonos como hermanos
Si no podemos vivir en caridad entre nosotros, no tenemos nada que ofrecer al mundo, excepto una mentira: “haz lo que te pido, pero no imites lo que me ves hacer en mi vida personal y comunitaria.”
“Si alguno dice: «Yo amo a Dios», pero odia a su hermano, es mentiroso, pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?” I Juan 4:20.