Hay que imbuirse de nuestro espíritu y vivir únicamente por él …
Aquéllos que no lo han captado por no haber hecho un buen noviciado, son entre nosotros como miembros dislocados. Hace sufrir todo el cuerpo y ellos mismos no están a gusto. Es indispensable que se pongan en su sitio.
Carta a Hippolyte Guibert, Julio 29, 1830, EO VII núm. 350
¿Qué hace a un Oblato serlo? ¿Qué hace a un miembro de la Familia Mazenodiana un verdadero miembro de ella? No se trata del trabajo que hacemos, sin importar qué tan exitoso o de ayuda sea para los pobres y necesitados. Es vivir a través del espíritu que nos dio San Eugenio, consagrado en las Constituciones y Reglas, que nos convertimos verdaderamente en quienes debemos ser. De no ser así, nos arriesgamos a ser una asociación relajada de “sacerdotes solitarios” o un club de “trabajadores caritativos” – dislocados de lo que el Salvador desea que seamos.
Por su oblación, cada Oblato asume la responsabilidad del patrimonio común de la Congregación expresado en las Constituciones y Reglas y en nuestra tradición de familia. Se le exhorta a dejarse guiar por estas normas con una fidelidad creativa a la herencia legada por San Eugenio de Mazenod. CC&RR, Constitución 168