¡HABÍA SIDO TAN FELIZ DURANTE MI VIAJE!

El 26 de noviembre de 1825, Eugenio escribió al padre Tempier para comunicarle su llegada a Roma después de un viaje de varias semanas, durante el cual se detuvo para visitar a varios obispos y recoger sus opiniones sobre la Regla que llevaba consigo. En la última parte del trayecto viajó en diligencia con otros tres clérigos, entre ellos un jesuita muy conversador.

Mi muy querido amigo:
He llegado esta mañana a Roma demasiado tarde para tener la dicha de celebrar la santa misa, aunque permanecí en ayunas hasta las dos de la tarde. Pasé la noche tendido en el carruaje que había alquilado en la posada de Monterosi, para que nuestro cochero pudiera ponerse en camino un poco antes. Este ha sido el primer día, desde mi salida de Génova, en el que me he visto privado de ese consuelo.

¡Qué feliz he sido durante todo mi viaje! El Señor me ha hecho experimentar tanta alegría en el altar al que ascendía cada día, a pesar de los brillantes discursos y los elevados razonamientos del padre jesuita que viajaba conmigo, para quien el café a las tres de la mañana era tan indispensable como el aire fresco. Nuestros ejercicios espirituales, nuestras conversaciones en el carruaje —en el que los cuatro éramos sacerdotes—, y el placer de reencontrarnos dos veces al día en las posadas con otras cuatro compañeras de viaje, unas carmelitas descalzas, hacían aún más agradable el camino. A todo ello se añadía mi hábito de recogimiento interior, que me permitía unirme en espíritu a ustedes, ya fuera en la casa del obispo, en nuestras comunidades o en las misiones…

Me encuentro alojado en San Silvestre, cerca del palacio del Quirinal. Es el noviciado y la casa de estudios de los sacerdotes de San Vicente de Paúl. Me ha parecido más conveniente hospedarme en un convento, donde tengo el altar y la mesa siempre a mano.

Los abrazo a todos, así como a nuestros Padres. Me alegra saber que mi tío goza de buena salud; le beso respetuosamente las manos. Los llevo siempre presentes, dondequiera que esté. Adiós.

Esta entrada fue publicada en Uncategorized. Guarda el enlace permanente.

1 respuesta a ¡HABÍA SIDO TAN FELIZ DURANTE MI VIAJE!

  1. Rosa Emilia Simbron Cano Vda. De Távara LaOMI dijo:

    Recorrer desde hoy, el viaje de San Eugenio a Roma, es una invitación a ponernos en oración y compartir la Santa Misa y la Eucaristía, para hacer uno con los consagrados y laicos oblatos, con los sentimientos de alegría y gozo de San Eugenio. SAN EUGENIO DE MAZENOD, RUEGA POR NOSOTROS. Amén.

Responder a Rosa Emilia Simbron Cano Vda. De Távara LaOMI Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *