El enviar a los Oblatos a las misiones en el extranjero y procurar su sustento, en especial en las regiones rurales, requería fondos. Cada año el Obispo Eugenio debía escribir a Roma y a la Propagación de la Fe en Francia, solicitando donativos, como vemos aquí.
“Señores,
Algunos de nuestros misioneros están a punto de salir para los establecimientos que nuestra Congregación de los Oblatos de María Inmaculada ha fundado en la América septentrional… En la misma fecha, tendrá lugar la salida de otro grupo compuesto por cuatro de nuestros misioneros que acepté enviar a a Mons. Bettachini, coadjutor del Vicario Apostólico de Ceilán. En los pocos días que estuvo en Marsella, y en las varias conversaciones con él, el prelado me describió de tal forma el deplorable estado de la religión en esa isla, que no pude negarme a acudir en su ayuda, a pesar de las necesidades de otras misiones extranjeras confiadas a nuestra Congregación…
Confieso que no podemos pretender una asignación considerable, dadas las peticiones que nuestra Congregación les ha hecho ya en el ejercicio actual, para sus misiones de América e Inglaterra; es por ello que nos limitaremos a lo estrictamente necesario para nuestro establecimiento de Ceilán, es decir, para los gastos de viaje de los misioneros y para los primeros gastos del establecimiento y manutención, que supone al menos la suma de doce mil francos”.
Carta a los Miembros del Consejo Central del Sur de Francia, de la Sociedad Misionera para la Propagación de la Fe, Lyon, Agosto 14, 1847, EO V, núm. 106.
Al ver la tardanza de su respuesta, Eugenio temió no tendría fondos para poder enviar a los 4 misioneros a Ceilán, teniendo que cancelar el proyecto.
“Señores,
Esperaba con cierta ansiedad su respuesta a mi carta del 15 de septiembre pasado. Veía en efecto llegar el día en que haría falta necesariamente decidir sobre la salida de nuestros misioneros para Ceilán, sin tener aún la seguridad de encontrar los medios para encaminarlos hacia su destino…
Por tanto Señores, consideren el alivio que me dio la recepción de su carta del 4 del corriente y el giro de 3.000 francos que la acompañaba”.
Carta a los Miembros del Consejo Central del Sur de Francia, de la Sociedad Misionera para la Propagación de la Fe, Lyon, Octubre 14, 1847, EO V, núm. 109.
REFLEXIÓN
«He escuchado a la gente decir, «Deseo más un corazón por las misiones» y siempre respondo, «Jesús les dice exactamente cómo tenerlo. Envía tu dinero a las misiones, a tu iglesia y a los pobres, y tu corazón le seguirá”. (Randy Alcorn)