PERSUADIDOS DE QUE SÓLO OBRAMOS POR INSPIRACIÓN DE DIOS, PARA LA MAYOR GLORIA DE SU SANTO NOMBRE
Comienzo por felicitarte por ser el primero de nuestra Congregación que ha anunciado la Palabra de Dios a los pueblos helados de esas comarcas septentrionales.
El establecimiento oblato de la ciudad de Nancy fue la primera fundación del nordeste de Francia (a 350 kilómetros de París y a 200 de la frontera alemana). Aparte de las temperaturas más frías, la gente no era tan expansiva y extrovertida como la de la cálida y soleada Provenza meridional.
En Provenza, los Misioneros habían desarrollado un estilo particular de dirigir y predicar las misiones de 3 a 6 semanas, con muchas oportunidades para que la gente expresara sus cálidas emociones.
Ya que, de acuerdo a lo que tú me escribes, las poblaciones no quieren aprovechar de nuestro ministerio, hay que creer que terminarán por vencer sus repugnancias por esas santas misiones que hacen tantas maravillas de salvación en otras partes.
Eugenio da entonces al P. Dassy y a su comunidad algunos buenos consejos sobre cómo ser pacientes y cómo comportarse para ganarse el corazón de los lugareños.
No pierdas el ánimo; llegaremos a moldearlos a nuestro estilo. No hay que atropellarlos, llegará. Establezcamos bien al comienzo nuestra reputación de hombres de Dios que no buscamos los aplausos del mundo, sino que queremos únicamente la salvación de las almas. Que se nos vea regulares, fervorosos, caritativos, dedicados a toda clase de bienes, además amables, corteses, previsores, respetuosos, etc., y se encontrará bueno todo lo que hacemos, persuadidos de que sólo obramos por inspiración de Dios, para la mayor gloria de su santo nombre.
Carta al Padre Louis Dassy, en Nancy, 7 de diciembre de 1847, EO X num 956
REFLEXIÓN
«No sirve de nada caminar para predicar, si nuestro caminar no es nuestra predicación». (Francisco de Asís)
El modo más convincente de convertir a la gente es hacer evidente que lo que enseñamos nos invade y que hemos comenzado a practicarlo antes de intentar enseñarlo a los demás. (Regla de 1818)
Esta entrada fue publicada en
Uncategorized. Guarda el
enlace permanente.