MI REPUTACIÓN PERTENECE A LA IGLESIA Y TAMBIÉN A LA CONGREGACIÓN DE LA QUE SOY PADRE, MÁS QUE JEFE
Al refutar las acusaciones en su contra mencionando todas las veces que rehusó los puestos y honores, Eugenio revela algo en su diario, que era solo para él, y había guardado en secreto por muchos años:
“Olvidaba un hecho para fortalecer mi tesis, y es lo que sucedió en Roma cuando me presenté ante el Papa León XII para pedir la aprobación de las reglas y constituciones de nuestra congregación. Ese gran Papa fijó los ojos en mí pues me había tomado un afecto singular, y quiso retenerme en Roma para entrar a la prelatura romana y llevarme al cardenalato. Esa era su intención formal y hace solo dos años el señor cardenal Orioli reveló ese misterio que yo había mantenido siempre oculto.
Pero ¿me dejé seducir por esa perspectiva que habría podido deslumbrar a cualquier otro? No, gracias a Dios, sólo insistí con más fuerza ante el Santo Padre para que me concediera lo que yo había ido a pedirle: la aprobación de nuestro instituto, y quizás a ese desinterés se debe el favor inesperado de haber obtenido lo que cardenales y oficiales de las secretarías me habían asegurado era imposible”.
Eugenio concluye sus reflexiones con cuánto había evitado los honores personales:
“Con todo esto ¿comprenderá la gente que quienes me han llamado ambicioso son calumniadores? Me interesa expresarlo, pues mi reputación pertenece a la Iglesia y también a la Congregación de la que soy padre, más que jefe”.
Diario de Eugenio de Mazenod, Agosto 31, 1847, EO XXI
REFLEXIÓN
«La verdadera humildad no es un espíritu abyecto, envilecido y auto-despreciado, sino una apreciación correcta de nosotros mismos, tal como Dios nos ve”. (Tryon Edwards)
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